Tratamiento
de la depresión
Una vez diagnosticada la depresión, el paciente debe
iniciar el tratamiento, siendo en casi todos los casos una acción combinada de
terapia farmacológica con apoyo psicológico. Es muy importante que antes de que
el paciente comience cualquier terapia, sea informado por su médico de la
duración del tratamiento de la depresión, los beneficios que se van a intentar
alcanzar, y los efectos secundarios que se pueden desarrollar a lo largo del
tratamiento.
Tratamiento
farmacológico de la depresión
De forma general, el tratamiento farmacológico de la
depresión se suele limitar a los cuadros depresivos moderados o graves. En los
pacientes diagnosticados de depresión leve no se suele recurrir a terapia
farmacológica, debido a su estrecho perfil beneficio-riesgo. Únicamente se
recomienda en caso de fracaso de otras terapias, problemas médicos o
psicológicos asociados, o
historial
previo de depresión moderada o grave.
En los pacientes con depresión moderada o grave, la
terapia farmacológica se considera un tratamiento de primera línea, aunque
existe un 38% de pacientes que al cabo de 6-12 semanas no presentan respuesta
al tratamiento instaurado, y en un 54% de los pacientes no existe remisión de
los síntomas. En el siguiente apartado detallaremos los principales grupos de
fármacos antidepresivos con más detalles, así como sus efectos y las claves
para aplicarlos.
Tratamiento
psicoterápico de la depresión
Las terapias psicológicas más empleadas en el tratamiento
de la depresión por su carácter específico son la terapia cognitivo-conductual
(TCC) y la psicoterapia interpersonal (TIP).
La terapia cognitivo-conductual se ha mostrado tan
efectiva como la psicoterapia interpersonal (más lenta en lograr los objetivos
que la TCC y la farmacoterapia) y la terapia farmacológica, lo que la ha
convertido en la terapia psicoterapéutica de elección en el abordaje de la
depresión moderada, grave o resistente.
La duración de la terapia variará en función del tipo de
depresión diagnosticada, la situación personal del paciente y la evolución de
este. En pacientes con depresión grave o crónica, si la terapia psicoterápica
se asocia a tratamiento farmacológico la efectividad siempre será superior a
cualquiera de estas terapias por separado.
La terapia cognitivo-conductual, asociada al tratamiento
de mantenimiento, contribuye a incrementar la efectividad del mismo para evitar
la aparición de recidivas. Esto es especialmente beneficioso para aquellos
pacientes con antecedentes de recaídas, o que presentan síntomas residuales, ya
que son los que tienen un mayor riesgo de sufrir de nuevo episodios depresivos.
Autoayuda
guiada: su objetivo es que los pacientes adquieran capacidades
de autocontrol y manejo de la sintomatología de este trastorno. Se empelan
tanto soportes bibliográficos, como materiales digitales. Aunque se ha
demostrado buena efectividad en pacientes con depresión leve-moderada, no se
conocen los efectos a largo plazo.
Ejercicio
físico: está demostrada la capacidad del ejercicio físico para
mejorar el bienestar personal, tanto físico como psíquico. En los pacientes con
depresión leve-moderada, un programa de ejercicio de intensidad moderada, de
40-45 minutos, 2-3 veces a la semana, durante un periodo de 10 a 12 semanas,
podría repercutir en una clara mejoría de la sintomatología depresiva.
Terapia
electroconvulsiva (TEC): esta terapia consiste en provocar una
crisis comicial generalizada (una convulsión), mediante la estimulación
eléctrica del sistema nervioso central. A pesar de ser una terapia devaluada y
denostada en sus inicios, actualmente se aplica bajo anestesia y miorelajación,
y se considera efectiva en pacientes adultos con depresión grave o resistente.
Hierba
de San Juan (Hypericum perforatum): sus propiedades
antidepresivas han sido constatadas en numerosos estudios. Presenta
interacciones con otros medicamentos y debe tomarse siempre bajo prescripción y
supervisión de un profesional sanitario.